Amémonos en el océano de la distancia
que no es distancia para el alma nuestra;
y amémonos en la puesta repentina del sol
que celoso se esconde al vernos.
Amémonos cuando cae la dulce lágrima del recuerdo,
que es lágrima pero no nos duele;
y amémonos cuando nos sorprende el silencio
y parecen dialogar los corazones nuestros.
Amémonos en el abrazo sagrado, de nuestros labios,
que es un beso sin tiempo;
y amémonos cuando nuestras miradas se iluminan
y suena tímido el "te quiero" nuestro.
Amémonos, amor, con este amor que es tan nuestro,
que no sabe de rencores, ni distancia, ni tiempo.
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